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Hora de altura de miras para el baloncesto burgalés

La coincidencia del Tizona y el San Pablo en la misma categoría de LEB Oro para la próxima temporada pone al baloncesto de la capital en un momento delicado para poder gestar un proyecto con garantías de ascenso.

No es hora de lamentos ni de lamerse las heridas, por dolorosa que haya sido la derrota del Hereda San Pablo Burgos en la Final por el ascenso a ACB. El equipo burgalés fue irregular durante la temporada, mejoró al final, ilusionó con la eliminación al Estudiantes, pero su juego no estuvo a la altura en los partidos de la Final Four. Fue como nadar para morir en la orilla.

Pero superado el primer impacto de decepción es ahora el momento de afrontar la realidad mirando al frente y desde varias perspectivas. El baloncesto en la ciudad está en un brete. La experiencia nos dice que siempre que dos equipos del mismo deporte han coincidido en la misma categoría y la misma ciudad, han sido un fracaso. Y no hace falta ser adivinos, la afición se divide, la masa social se resquebraja, las subvenciones municipales se parten por la mitad y los patrocinadores se lo piensan.

Además, por si fuera poco, la sintonía entre los dos clubes no es la mejor, sus dirigentes, ambos empresarios de la ciudad, no mantienen una relación que nos haga pensar en una colaboración mutua para mitigar las carencias. Y así las cosas el baloncesto en Burgos afronta una etapa cuanto menos delicada e incierta.

Toca pedir sentido común, altura de miras y ver más allá del escudo y del proyecto de cada uno. En el trasfondo de la situación se debe mirar por el bien del baloncesto en la ciudad, también la gran afición que siempre ha tenido Burgos y que se merece lo mejor y poner juntos las bases para recuperar cuanto antes la categoría perdida hace ahora un año y no recuperada el pasado domingo ante un Palencia superior.

La experiencia ha servido para aprender lo complicado que es un ascenso, aún contando con una gran masa social, con ayudas institucionales, patrocinadores y con grandes profesionales en el club y en la plantilla. Hacen falta no solo muchos recursos sino hacer las cosas muy bien para conseguir dar el salto a la ACB.

Si hay un momento en que la afición y la ciudad pueden agradecer un gesto por parte de unos y otros para colaborar en un proyecto de todos que vuelva a ilusionar, es ahora. Intentar que ambos mandatarios de los dos clubes se sienten en una mesa puede ser mucho pedir, quizá desde alguna institución pueda proponerse antes de adoptar la solución salomónica del reparto al cincuenta por ciento entre los dos clubes con pocas posibilidades de crecer para ninguno. Y no se trata de que nadie renuncie a su nombre, sus colores y su escudo. Aquí puede haber sitio para todos, trabajando desde la cantera hasta el el baloncesto profesional, formando parte de un proyecto común que aporte garantías para competir bien y lograr de nuevo estar entre los grandes. Pero todo esto parece un sueño.

¿Será posible? ¿O nos tendremos que conformar con escuchar que tenemos dos proyectos de LEB Oro maravillosos, que pueden conseguir grandes metas por separado?

Está claro que es la hora de la altura de miras… si las hay.

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