El entrenador del Burgos se debate entre la continuidad en el Burgos CF, mejorando el proyecto, o la marcha en busca de nuevos horizontes profesionales.
Julián Calero.- Foto: Jarcha/Burgosdeporte
La actualidad del Burgos Club de Fútbol, en los comentarios de los aficionados a lo largo de la semana, se centra en la figura del entrenador, desde que el pasado domingo, tras el partido ante el Ibiza, dejara claro que su continuidad deberá ir ligada a una mejora del proyecto, o de lo contrario se plantearía su marcha.
El planteamiento del técnico del Burgos es de pura lógica. Tras pasar dos temporadas muy complicadas: la primera en la que tuvo que soportar no poder sentarse en el banquillo el primer tramo de competición, levantando al equipo en los malos momentos, superando dificultades en los retrasos de cobro por la gestión de los Caselli y culminando la temporada con un brillante ascenso al fútbol profesional, tras llevar al conjunto blanquinegro al primer puesto de la tabla en la liga regular. Sobresaliente.
Y una segunda temporada mucho más tranquila pero no menos arriesgada, con un equipo elaborado a última hora, con uno de los presupuestos más bajos de la categoría, pero no por ello una plantilla menos competitiva que las demás, y con un resultado brillante, haciendo del Plantío un fortín e ilusionando a una afición que tenía ganas de ver a su equipo en la categoría de plata del fútbol nacional. Una temporada sin sobresaltos, con un equipo luchador, que ha logrado su objetivo a falta de seis partidos para el final. Mejor imposible.
Así las cosas, Julián Calero afronta ahora la gran encrucijada: su renovación o su marcha a un nuevo proyecto. Está claro que las dos temporadas memorables en Burgos no han pasado desapercibidas para numerosos clubes de fútbol que pueden ver en Calero el técnico ideal para sus equipos y sus proyectos. No es de extrañar, por lo tanto, que tenga ofertas de otros clubes, algunas jugosas, con proyectos más altos que el que puede ofrecerle el club blanquinegro, que como ya anunció el director deportivo, Michu, será de continuidad, con la permanencia como objetivo, al igual que la actual temporada.
A favor de quedarse el técnico tiene no pocos factores interesantes: un club que le valora, una afición que le quiere y corea su nombre para que se quede, una ciudad que le gusta, ambiente de trabajo que ya conoce y un reto atractivo de crecimiento dentro del club.
Pero el planteamiento es doble, porque Calero sabe que con los mimbres que ha tenido en Burgos ha hecho maravillas, pero las cosas, pese al trabajo cotidiano, no siempre pueden salir bien, y menos en el fútbol donde todo depende de que la pelotita entre o no entre los tres palos de los equipos rivales, del acierto o desacierto individuales y colectivos, propios y ajenos. Unas variables que no son del todo controlables.
En estos momentos Calero está en todo lo alto en la estima y valoración de los burgaleses. Pero, si la situación se tuerce, si las cosas no terminan de salir bien, la próxima temporada todo podría cambiar y del prestigio actual pasar una situación más difícil y menos agradable. Y el camino es doble, o salir ahora por la puerta grande o arriesgarse en el proyecto iniciado, con el riesgo de ir a menos o no igualar lo conseguido hasta el momento. Eso sin contar con renunciar a otros proyectos de equipos importantes del fútbol nacional, que le puedan llegar en las próximas semanas tras el éxito en el Burgos. Y aquí también hay riesgos y factores incontrolables, ya que no es fácil encajar en otra ciudad, en otro club, con otra afición y con otro proyecto tal vez más exigente que el que se le puede pedir en Burgos.
Por ello la clave está en la mejora de los medios que el técnico ha pedido para garantizar el crecimiento de la entidad blanquinegra y del proyecto de fútbol en Burgos. Mejoras que puedan motivar al técnico a apostar otra vez por Burgos, con más posibilidades de conseguir consolidar en la categoría al conjunto blanquinegro y poder así dar continuidad a su buena trayectoria como entrenador en el fútbol profesional.
Por ello, más que acortar plazos para la renovación y plantear un ultimátum, quizá lo más acertado desde los responsables del club, sería escuchar al técnico sobre las mejoras que desea y trabajar sobre lo que se le puede ofrecer. Según afirmó el pasado domingo, no pide un palacio, sino unas mejoras acordes con las posibilidades del club, que exigirán un esfuerzo por parte de todos, ante una nueva temporada, que puede ser mucho más complicada deportivamente que la actual.
En los próximos días veremos en qué acaba la situación, en la que todos tendrán que poner de su parte, para un final que suponga la continuidad para un proyecto de fútbol en Burgos, que merece preservar las ilusiones.