Un análisis al reciente derbi entre el Mirandés y el Burgos.
El pasado domingo disfrutamos del derby de Burgos en Miranda. Un verdadero hito para una provincia de no más de 350.000 habitantes, que esperemos que se mantenga unos cuantos años más.
El partido mostró la idiosincrasia de ambos equipos. Si hablamos de estilo de juego, Mirandés y Burgos viven en las antípodas. Pero, ¿qué es el estilo de juego? ¿Cuán de importante es?
Sin olvidarnos que el fútbol es un deporte y, además, un entretenimiento para los espectadores (que son los que mantienen el chiringuito), el fútbol de élite tiene un objetivo prioritario:ganar.
El estilo de juego es el cómo. Es la manera que tienes de ordenar y desordenar tus piezas y de relacionarte con el balón y con el rival. No todos jugamos igual con las mismas cartas, ni que decir tiene con cartas diferentes.
Los entrenadores disponen sus equipos y marcan su estilo de juego para lograr el objetivo. Si además pueden cumplir la función de hacer disfrutar al espectador, mucho mejor. Sin embargo, el “cómo” no solamente viene determinado por el cuerpo técnico, sino también por los jugadores. En definitiva, ellos son los protagonistas y quienes van a ejecutar los sistemas y dinámicas de juego.
Sin entrar en profundos debates filosóficos sobre qué fue primero, si el huevo o la gallina, ¿qué va primero, el estilo de juego o los jugadores?
Hay entrenadores que van hasta su muerte con su estilo de juego. Creen en ello e independientemente de la tipología de futbolistas que tienen, priorizan jugar de la manera que creen más eficiente para lograr el éxito. Por otro lado, hay entrenadores que adaptan su sistema y estilo de juego en función del tipo de jugadores que tienen en su plantilla. Siempre sobre unas premisas que ellos consideran claves, moldean su manera de jugar en base al plantel de futbolistas.
Cualquier espectador que viera el derby podría pensar que Etxeberria es un entrenador alegre, ofensivo, defensor a ultranza del fútbol combinativo; mientrasque Calero es representante de la cofradía del cerrojazo. Nada más lejos de la realidad. Ambos entrenadores, en base a sus premisas, adaptan su sistema de juego a los jugadores que tienen y a los jugadores que tienen en contra.
Etxeberria ha llegado a un equipo lleno de talento ofensivo. Futbolistas de perfil joven, de buen pie y adiestrados en las mejores canteras del fútbol español, en donde han mamado que esa manera de jugar es prácticamente la única posible. Me atrevería a decir que no sabrían jugar a otra cosa. Etxeberria está obligado a tratar de ganar los partidos en base a la dominación del balón.
Calero no tiene esas posibilidades. En la plantilla del Burgos, los generadores de fútbol, los mediocentros de balón al suelo y a jugar, los mediapuntas que priorizan la asociación al espacio, brillan por su ausencia. Calero está obligado a tratar de conseguir el objetivo en base a lo que vemos reflejado en su equipo: bloque bajo, compromiso colectivo y balón parado.
Por el momento, aunque falten 7 jornadas, Mirandés y Burgos están empatados en la clasificación. Mismas victorias, mismos empates, mismas derrotas. El Mirandés ha hecho 13 goles más. El Burgos ha recibido 19 goles menos. Ambos equipos tan diferentes, estilos tan opuestos, pero al fin y al cabo, tan iguales a nivel de resultados.
Quizás como aficionado, con la temporada ya virtualmente salvada, me gustaría ver si el Burgos es capaz de seguir avanzando en su estilo de juego y ofrecer cada vez más fases del juego en las que pueda dominar con balón. Cómo dijo un filósofo, “algunas veces hay que decidirse entre una cosa a la que se está acostumbrado y otra que nos gustaría conocer.”
Ahora bien, Calero ha jugado sus cartas de la mejor manera posible. El éxito de la temporada es, a día de hoy, incuestionable.