Malas vibraciones las que se percibían en el ambiente durante la semana respecto a la visita al Carlos Belmonte y no hubo que ir más allá de los sesenta segundos de partido para confirmarlo. Todo empezaba mal, y si ya imaginábamos un partido difícil antes del comienzo, ese penalti iba a poner la pendiente mucho más cuesta arriba.
Aún así podía haber sido un buen momento para que el equipo mostrara personalidad, sacara la cara y se aprovechara de las debilidades de un equipo albaceteño que tampoco había comenzado la campaña a la altura de lo que su plantilla podía hacer esperar, pero nada más lejos de la realidad. Únicamente un par de acercamientos en el tramo final de la primera parte hicieron contener la respiración a la afición local tras innumerables llegadas a la portería de Churripi, que esta vez sí se mostró fiable en sus intervenciones, aguantando al equipo en el partido.
El centro del campo naufragó, incapaz de liderar el juego cuando tras el 1-0 el Albacete nos dio la pelota confiando en nuestros errores para lanzarse en transición rápida. Un gris Atienza fue insuficiente para parar dichas contras y ni Mumo ni Curro consiguieron mantener posesiones largas que arrinconaran a los de Rubén Alves. Las bandas, de nuevo, no aportaron prácticamente nada a los ataques blanquinegros, sumando escasos centros e infinitas pérdidas, y sólo Fer Niño trató de dar luz al juego dejándose caer a tres cuartos, eso que tanto le gusta y tan bien sabe hacer.
Bolo intentó dar un cambio de aires al más que conocido once inicial con la presumible verticalidad de Alex Sancris por la derecha, sustituyendo a un Dani Ojeda desafortunado en sus participaciones en este inicio de temporada y relegando al banquillo una fecha más a un Alex Bermejo que no parece ser muy del agrado del míster. El extremo burgalés además recibió la estocada de ser sustituido tras salir desde el banquillo, algo muy poco habitual en el fútbol y seguramente inmerecido ya que generó un par de jugadas peligrosas, a lo que el “10” respondió mordiéndose la lengua en el banco.
Tras una insípida primera parte el segundo mazazo llegó en el peor momento. El Burgos parecía salir con otra cara del vestuario, al menos consciente de que “el Alba” podía ser vulnerable si dábamos un paso adelante, como bien reclamaba nuestro entrenador en la rueda de prensa post-partido, pero en un nuevo córner mal defendido (y ya he perdido la cuenta en lo que va de temporada) llegó el segundo para los locales. Es difícil de entender cómo un equipo tan poderoso, como estamos demostrando serlo, atacando el balón parado puede ser tan frágil en el balón parado en contra.
Inmediatamente después de esto, el testarazo de Fer Niño avivó las esperanzas de lograr algo positivo, y los cambios, en especial la entrada de Espiau, aportaron algo más de pundonor al ataque, pero igualmente insuficiente para traer de vuelta a casa al menos un punto. Por la vuelta del atacante canario pasa gran parte de la recuperación del “estilo Bolo”: su lesión obligó a pasar del 4-4-2 al 5-4-1 y el juego propuesto en las primeras jornadas se resintió notablemente.
Han pasado seis jornadas y aún no sabemos demasiado bien hacia donde remamos con este Burgos. El entrenador parece trasmitir un mensaje que no se traduce en el campo, y que cuando se aleja de El Plantío se desdibuja totalmente. Parece que la tendencia al sufrimiento está clara, y ahí entra la importancia del fortín del Arlanzón, donde parece que tendremos que sacar la gran mayoría de los puntos que nos mantengan un año más en la categoría de plata.
Y si a perro flaco todo son pulgas, a nosotros nos tocará rascarnos una semana más en lo que a lesiones se refiere. Si el jueves conocíamos la baja de Grego por una rotura fibrilar, la enfermería se completa con Matos y Saveljich. Lo del segundo pareció propio de la inactividad, mostrando un nivel bastante respetable pese a la dificultad del encuentro para unos centrales que no pararon de correr a la espalda, pero lo del lateral sevillano podría ser muscular, lo que le tendría varias semanas fuera del verde, resintiendo sensiblemente la zaga burgalesa.
Muchas voces ya señalaban el déficit en algunas posiciones antes del comienzo de la temporada y según pasan las jornadas y llegan las bajas esto parece evidenciarse. La defensa, baluarte de nuestros resultados en las dos campañas previas, estará parcheada durante las jornadas venideras en ambos laterales y con un central diestro ocupando el perfil zurdo.
No vale la pena mirar mucho más allá en el calendario de lo que nos viene este sábado. Un Elche que se ha mostrado bastante irregular pero plagado de jugadores de nivel primera división y que seguro será un hueso muy duro de roer para sacarle los tres puntos. Ahí es donde entramos los nueve mil que llenaremos el coliseo blanquinegro para impulsar al equipo a la victoria.
¡El sábado todos con todo!