Tres puntos de oxígeno. Esa era la sensación que se repetía en los comentarios al salir de El Plantío el sábado. Alivio, alivio porque no nos queríamos ver envueltos en un “marrón” a estas alturas de la temporada y sabíamos que quien perdiera lo iba a estar. Pocos hablaban de la alineación, del juego o de los cambios, lo importante el sábado era sumar los tres puntos, y el objetivo se cumplió.
Bolo expresó su felicidad en rueda de presa, seguro que él también tuvo esos sentimientos de partido clave durante toda la semana y más viendo su precedente de la temporada pasada en Oviedo, cuando fue sustituido en los primeros compases de la temporada. Pero más allá de la importante victoria, quedarse solo con eso sería tapar el sol con la mano y pensar que es de noche.
Pasan las jornadas y vemos un Burgos cada vez menos reconocible, sin progreso, o incluso con retroceso en las ideas futbolísticas respecto a lo visto desde que Bolo se puso por primera vez el chándal blanquinegro. En muchos momentos del partido contra la Sociedad Deportiva Eibar, si borramos memoria y nos dicen que en el banquillo está Julián Calero, muchos de los que seguimos el partido nos lo creeríamos.
Si empezamos la temporada con la premisa clara de sacar el balón jugado, con combinaciones largas en la medular y atacando por bandas, eso prácticamente ha desaparecido tras los partidos de Sporting y Eibar.
Quizás esa irregularidad defensiva mostrada en los primeros partidos haya hecho que busquemos más el pragmatismo y la eficacia que lo popularmente conocido como “buen fútbol”; y esto se hace evidente en la actuación de nuestros centrales: solventes en los despejes como en pocos encuentros de este inicio liguero, pero que apenas bajaron balones para empezar jugadas y que cuando tenían el balón controlado únicamente veían la solución de Fer Niño sin que el esférico pasara por línea de mediocentros.
Esto nos hace plantearnos que la búsqueda del equilibrio puede que pase más por lo planteado por Calero que por las ideas que trajo Bolo, y ojalá a partir de esa base podamos crecer con las pinceladas ofensivas mostradas por el equipo en este inicio de campeonato. Trescientos cincuenta pases respecto a los casi quinientos vistos el día del Oviedo, seis tiros intentados en comparación a los casi veinte contra la S.D. Huesca, hace entrever que algo ha cambiado.
En esta faceta crece el papel de Atienza, que empezó como suplente en las alineaciones del vizcaíno, pero que pronto se percató de su importancia. Fue una vez el mejor del equipo, rozando el pleno de acierto en pases efectuados y sumando el mayor número de recuperaciones del equipo y que no duda dejarse la cara por el escudo, como bien vimos en la jugada del penalti.
Mostrándose como líder, muchos de los seguidores eibarreses desplazados hasta la capital del Cid se rasgaban las vestiduras por haberle declarado como descarte la temporada pasada cuando llegó aquí, donde esperamos que vista esta camiseta durante muchas más campañas.
Menor influencia de las bandas que lo visto hasta el momento. Matos y Raúl exiguamente se mostraron en terreno de juego contrario, seguramente orden del cuerpo técnico tras las innumerables contras sufridas en El Molinón, y los extremos siguen sin lograr ser determinantes, sumando mayores pérdidas de balón que jugadas de acierto.
El mediocentro estuvo, de nuevo, bastante participativo, pero muy encorchetado por los pivotes armeros. Parece que nuestros rivales saben de la importancia de Mumo y Curro en el éxito del Burgos y aglomeran esfuerzos en tapar esas vías de fútbol, secando las posibilidades ofensivas de los nuestros.
Por contra, en esta ocasión los cambios si que aportaron eso que se les pide: energía y revoluciones. Borja lideró la defensa por banda derecha, recuperando varios balones y saliendo con potencia cada vez que pudo. Por su parte Appin parece haberse adaptado al equipo perfectamente; no renuncia a un choque y eso encanta en el municipal, jugando con criterio cuando tiene el balón en los pies.
Andy correcto y elegante como siempre, y Saveljich mostró orden y buena colocación en los pocos minutos que dispuso. Todos ellos llaman a la puerta del entrenador vasco, que quizás debería empezar a rotar los onces iniciales si no queremos convertirnos en un equipo previsible y fácilmente controlable por los rivales.
Muy necesaria la victoria y la puerta a cero, que esperamos que se traduzca en mejores sensaciones de cara al duro escollo del siguiente fin de semana contra el Albacete Balompié. Tampoco ha empezado la liga como ellos esperaban: buen fútbol acorde a la gran plantilla que han confeccionado, pero que hasta ahora no se ha traducido en grandes resultados. Esperanzas en aprovechar la resaca de su feria para plantearles un partido complicado y que por fin podamos despegar.
Por último y como comentario personal, profundamente decepcionado una vez más con el comunicado del club sobre la grada de animación de esta semana. En esta ciudad tenemos muchísimas cosas buenas, pero también nos empeñamos en tirar piedras sobre nuestro tejado en cuanto tenemos oportunidad. Volvió Morciyeti al campo esta jornada tras la ausencia en las dos primeras, ¿es que a él también le amenazaron con quitarle el carnet?
¡Todos juntos a por el Alba!